Anoche rompiendo con la rutina cotidiana de cerrar los ojos y desconectarme de este mundo, Salí un rato a perderme en la calle, camine mientras las nubes invisibles a la noche se arremolinaban en la oscuridad, amenazaban con arremeter con su lluvia sobre mi y todo lo que me rodeaba… pero eso nunca se dio… llegué asta un barrio que tenia muchos años que no pasaban mis pasos por ahí, vi las ruinas de una vieja casa que anteriormente se encontraba ocupada por una prominente familia de la cual no recuerdo apellido ni nombre de ninguno y/o ninguna, pero lo que si recuerdo es haber tenido un conflicto con una niña en preescolar, una niñita pelirroja que me molestaba asta el hastío, talvez sea la primera persona que hubiese merecido mi odio, aun que un odio prematuro… quizá… luego retome mi caminata asta unas calles mas abajo antes de llegar a la zona industrial de la ciudad, me detengo justo donde el concreto gris comienza en franjas diferenciales como si de piezas de rompecabezas se tratara, me inclino y toco su textura corrugada, distinta a la ya muy liza del negruzco concreto muchas veces bañado por chapopote… me detengo justo ahí, para contestar el teléfono y me hago de rimas y palabrotas propias de la camarería, risas... mas palabrotas, después cuelgo. Miro el reloj... tiempo de regresar… No sera hoy.

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Termino con el hilo translucido de mi ultimo cigarro de la noche. Las cenizas vuelan, pintadas de la chispa que las hace arder consumiéndolas, hasta que se extinguen flotando hacia la deriva…

No he escrito nada aun, solo bosquejo y trato de delinear tu cara, en una hoja sepia un tanto arrugada cambio el lápiz por una plumilla que con su tinta agresiva, atraviesa la pagina, humedeciéndola como sangre, con su terminante color negro que por instantes brilla para luego secarse y volverse mate y cicatrizas.

Busco en el fondo de la cajetilla algún naufrago sobreviviente pero solo me quedan:

el encendedor y algunas colillas colisionadas en el cenicero.

Maldición

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El viento que sopló su melodía, con tesitura imposible, me dio su mensaje junto con una pieza llena de fuerza, única e incontenible, imagino secciones de cuerdas de baja intensidad subiendo a un paso moderado sustentado por chelos, devanado bajos y medios, secundarias voces de violines entrelazándose y mezclándose al unísono… para romper en seco… así como las corrientes se tornan en frágil murmullo antes de la tormenta… regresa sostenida cual lluvia ligera, remarcada por amplias y espaciadas percusiones, que iluminan intermitentemente a su paso… el final de la melodía llega acompañada de el eco de la bóveda como un insinuado arpegio exhalado por inconstantes acordes y ataques débiles de un piano que apenas se hace presente en la inmensidad del tiempo, las cuerdas llenan el espacio, atmósfera final, contemplativa, fría y vacía pero a la ves solemne y eterna…

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Me encuentro a mi mismo en medio de la calle, caminando, impregnando mi pecho de los romances del tabaco… pero la lluvia amablemente me ha apagado mi liado amigo… a todo esto la melancolía me enerva, efusivo me hace evocar… “amigo”… ¿que diablos es eso? ¿Quien burlescamente invento esa palabra?

-¿Que es todo esto?-

Interrumpe alguien el trance que me sostiene.

Me ha “pellizcado” la razón, para recordarme su manifiesto.

-¿Que es lo que buscas inconsciente?-

-No hay nada aquí-

Me abruma la realidad pero la causa me confunde...

-¿El efecto inesperado que mantiene raudales de incertidumbre?-

Ahora no quise mirar la ventana,

Se que tampoco hay nada…

Cansado estoy…

Eliminare los “hubiera” y “si a lo mejor” Que solo conducen a la majestuosidad absurda de la…

NADA!!!

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Hoy amanecí con un letrero en la pradera izquierda del cerebro que versa: “Prohibido dudar”, lo malo es que cambio cada siete respiraciones de lado cerebral, espero no acabar en el performance de una ola perfecta. Aunque en la madrugada me cayó un trueno de una tormenta electrica que lo que menos dejó fue agua, justo en el oído izquierdo tal vez eso porvoque un mágico cambio en mis funciones cerebrales e incida en mi voluntad tal como sucede en las cada vez mas constantes películas jolivudianas en las que cualquier pretexto es bueno para que suceda un cambio de personalidad. Estamos por terminar la última temporada y después un receso para el cambio de plantilla y formatos.

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He debrayado un poco estoy feliz pero retenido, con inhibiciones estoy empezando a sentir la legada de mi cumpleaños... de las sorpresas que me deparan en el siguiente año, del fin de la serie, de los cambios que haré en el blog...
en mi relación con Carlos, creo que realmente nos queremos pero lo mismo ocurría con Miguel, con Scott...

El torito tiene demasiadas barreras, sólo sonríe de dientes pa' fuera, se esfuerza en ser feliz y no lo logra, tiene demasiadas heridas que hay que curar y se necesita tiempo... mucho tiempo.

Ayer me dijo que quería drogarse hasta terminar en el piso y me dijo que quería hacerlo conmigo...

Por razones conocidas por los espectadores no podría acompañarlo en esa experiencia aunque no quiera dejarlo solo en eso, y se que no lo convenceré de no probar... por mi parte le he contado acerca de mi viaje a aquella clinica en donde conocí y aprendí de mi vida y de otras personas tan extraordinarias encerradas en sus dependencias y red de mentiras.

Creo que el estar a unos días del final me pone melancólico, será mi primer cumpleaños desde hace casi 4 años que pasaré con novio aunque no pueda asistir a mi fiesta.

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Hice lo que sentía aún cuando parecía no ser lo más correcto, y en efecto no lo fue. Y aunque parezca un fracaso, la ganancia es mayor quizá de lo que pude haber perdido, después de todo lo único que perdí fue la percepción de que soy una persona que hace lo correcto, (o quizás la percepción que me había creado acerca de), me queda entonces la experiencia de haber elegido el camino menos fácil, de haber cruzado la barrera de la prudencia e incluso merodear los límites de la insensatez, de resultar inexacto, incluso chocante por decir lo menos. Me quedo con eso y resulta agradable entonces recordar el "pretexto", el desatino toma otra referencia, el fracaso de la insistencia se torna amable y el recuerdo del episodio mañana parecerá de victoria. Y es que cuando algo parece valer la pena es necesario insistir, como la visión de un oasis en el desierto, es necesario ir hasta ella para descubrir que es un manantial o que es solo arena, y si, fue arena. Un gracias a la vida resultaría excesivo pero queda siempre un lado amable.

Faltan 6 días para mi cumple!!